El Monasterio de Bargayar es la mayor representación de la antigua arquitectura birmana. Se trata de un monasterio budista situado en la región de Mandalay, en Inwa -lo que fue la capital de Birmania durante aproximadamente 360 años-, es una de las principales atracciones turísticas de la zona. Sin embargo, en rara ocasión suele ser un monumento aglomerado, por lo que su visita es más que recomendable.

Este monasterio fue construido en el año 1593 durante el reinado del Rey Bagdi Daw, aunque un grave terremoto en 1839 lo destruyó por completo. El monasterio de Bargayar sería reconstruido en el año 1992, manteniendo intacto su diseño original así como los materiales. En este caso, fue madera de Teka lo que se empleó para la reconstrucción.

¿Cómo visitar el Monasterio de Bargayar?

Tal y como se ha mencionado, el Monasterio de Bargayar se encuentra ubicado en Inwa (también conocida como Ava), una isla situada en las proximidades de Mandalay. En esta isla no hay vehículos, por lo que solo hay 3 opciones para llegar hasta el monasterio: a pie, en bicicleta o a caballo.

Ir caminando al Monasterio de Bargayar es una buena opción para los viajeros que disponen de tiempo suficiente para disfrutar de un agradable paseo por los caminos de tierra de la zona. En cambio, para los turistas que deseen aprovechar la visita, es recomendable coger una bicicleta o un carro de caballo. Además, es una forma muy cómoda de conocer los alrededores del monasterio. Hay que tener en cuenta que, quienes quieran ir en bicicleta, deben llevarla desde Mandalay.

En definitiva, a pesar de que Myanmar sigue siendo uno de los grandes desconocidos de Asia, su riqueza cultural es enorme, por lo que se trata de un destino sin igual para los turistas que quieren adentrarse y conocer nuevos mundos.

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Si por algo destaca el monasterio de Bargayar es por su gran tejado así como por los 267 pilares de madera tallada que tiene alrededor. Además, se trata de una construcción llena de elaboradas decoraciones y grabados de madera en su interior que lo hace único. A pesar de que actualmente está en desuso en cuanto a actividades religiosas, se trata de un lugar que, debido a su oscuro color y su profundo olor a madera, no deja indiferente a ningún visitante.