Ruta de Nakasendo: de Magome a Tsumago, la caminata legendaria del Shogún

10/04/2025

Descubriendo la histórica Nakasendo

 

La Ruta Nakasendo es una de las cinco grandes carreteras que conectaban Kyoto con Edo (actual Tokio) durante la era Edo. A lo largo de sus 530 kilómetros y 69 estaciones postales, esta ruta fue transitada por samuráis, comerciantes y viajeros de antaño.

Uno de los tramos más fascinantes es el que atraviesa el valle de Kiso, en los majestuosos Alpes japoneses. Con aproximadamente 80 kilómetros de senderos serpenteantes, esta sección está reconocida como Patrimonio de la Humanidad en Japón y es un testimonio viviente del pasado feudal del país.

 

 

Sin embargo, si hay un recorrido que captura la esencia de Nakasendo, es la caminata de 8 kilómetros entre Magome y Tsumago (o Magome-juku y Tsumago-juku, las estaciones postales número 43 y 42 desde Edo, respectivamente). Este sendero no solo ofrece un viaje en el tiempo a la era Edo, sino que también permite disfrutar de la belleza natural de la región. Es una caminata accesible, bien señalizada y sin grandes exigencias físicas, ideal para quienes buscan una experiencia inmersiva sin necesidad de un entrenamiento previo.

En este artículo, compartiré qué hace tan especial a la Ruta Nakasendo y cómo puedes experimentarla por ti mismo.

 

 

 

¿Desde qué punto comenzar la caminata?

 

La dirección de la caminata depende de tu preferencia, pero comenzar en Magome y caminar hacia Tsumago es la opción más popular. Magome se encuentra a una altitud mayor, lo que facilita el trayecto, aunque en el camino deberás atravesar un puerto de montaña a 800 metros sobre el nivel del mar.

Este recorrido toma aproximadamente tres horas y permite disfrutar de paisajes impresionantes, antiguos caminos empedrados y la sensación de seguir los pasos de viajeros de hace siglos.

 

 

 

El encanto de Magome-juku

 

Ubicado en la ladera de una montaña, Magome-juku es un pueblo postal que parece sacado de una postal de la era Edo. Sus calles empedradas serpentean por una pendiente pronunciada, rodeadas de casas de madera que han resistido el paso del tiempo. Caminar por este pueblo es como retroceder siglos atrás, cuando los viajeros y comerciantes se detenían aquí para descansar en su trayecto por la Ruta Nakasendo.

 

 

Una de las primeras imágenes que recibe a los visitantes es su gran molino de agua, un símbolo distintivo del pueblo que da la bienvenida con su tranquilo sonido. Justo a la entrada, se encuentra la curva Masugata, un giro de 90 grados que en el pasado servía como defensa estratégica para evitar la entrada directa de enemigos. Este detalle arquitectónico no solo es un vestigio del pasado feudal japonés, sino también una muestra de la planificación y el ingenio de la época.

 

 

Más allá de su historia, Magome-juku tiene un ambiente vibrante y acogedor. A lo largo de la calle principal, tiendas tradicionales exhiben sus productos con el encanto de antaño. Es imposible resistirse a los dulces japoneses típicos de la región, como los oyaki, pequeñas delicias rellenas y envueltas en masa, o las crujientes galletas de arroz recién horneadas. Y si buscas algo aún más auténtico, prueba el gohei mochi, un mochi regional bañado en una sabrosa salsa de miso y asado a la parrilla.

 

 

El pueblo está salpicado de cafeterías, pequeños restaurantes y tiendas de recuerdos ubicados en antiguas casas de madera. El olor a té recién preparado y la calidez de los dueños de los comercios hacen que sea un lugar donde es fácil perder la noción del tiempo. Además, en los días despejados, las vistas desde Magome-juku son espectaculares: desde lo alto de la calle principal, se pueden ver las majestuosas montañas extendiéndose hasta el horizonte.

 

 

 

De Magome a Tsumago: siguiendo los pasos de los antiguos viajeros

 

Con Magome-juku a nuestras espaldas, es momento de emprender la caminata hacia Tsumago-juku. Al principio, el sendero asciende con una pendiente empinada, pero en apenas 10 minutos de marcha, la subida se suaviza. Poco después, llegamos a una plataforma de observación, un punto perfecto para hacer una pausa y admirar la imponente silueta del Monte Ena, que se alza majestuoso en el horizonte.

 

 

Tras este breve descanso, el camino continúa en un ascenso gradual hacia el Paso Magome, el punto más alto de este tramo de la ruta. Desde aquí, el descenso nos lleva a uno de los lugares con más historia del recorrido: Ichikokutochi Tatebachaya, una casa de descanso con más de 300 años de antigüedad. Este refugio, que ha visto pasar incontables viajeros a lo largo de los siglos, ofrece una hospitalidad única: té caliente de cortesía para reponer fuerzas antes de continuar. Curiosamente, a diferencia de la mayoría de los lugares en Japón, aquí las propinas son bienvenidas, un pequeño gesto para agradecer la calidez del servicio.

 

 

Siguiendo el sendero durante menos de una hora más, el camino se adentra en un bosque de cedros, cipreses, arces y bambúes, con un arroyo que serpentea a nuestro lado. La vegetación se vuelve más densa y la atmósfera se llena del sonido del agua corriendo. De pronto, el paisaje se abre a uno de los puntos más bellos de la ruta: las cascadas de Odaki y Medaki. Aquí, el agua cae con fuerza, creando un espectáculo natural fascinante. En los días calurosos, no hay mejor sensación que acercarse y dejarse refrescar por la brisa húmeda de la cascada, lo que convierte este lugar en una parada obligatoria para quienes buscan un respiro en la caminata.

 

 

Desde las cascadas, en apenas 15 minutos de caminata, llegamos a Otsumago, un pequeño pueblo donde se agrupan varias posadas tradicionales. Este es el lugar perfecto para probar una de las delicias locales: el Nigorizake, un sake sin filtrar, elaborado con agua pura de la región y arroz local. Su sabor suave y ligeramente cremoso lo convierte en un imperdible para los amantes del sake.

 

 

Tras dejar atrás Otsumago, la meta está prácticamente a la vista: Tsumago-juku, uno de los pueblos postales mejor conservados de la Ruta Nakasendo, espera con su encanto histórico y su atmósfera de otra época.

 

El encanto de Tsumago-juku

 

Si hay un lugar en la Ruta Nakasendo que parece haberse detenido en el tiempo, ese es Tsumago-juku. Al llegar, la vista de su hilera de edificios antiguos, extendiéndose a lo largo de un kilómetro, es simplemente sobrecogedora. No es solo un pueblo bien conservado, sino un auténtico portal al pasado.

Tsumago-juku ha sido designado como un distrito de preservación de edificios históricos, pero su conservación va mucho más allá de la arquitectura. Aquí, la comunidad local sigue fiel a los principios de “no vender, no alquilar y no destruir”, asegurando que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de este paisaje urbano con el mismo espíritu que en la era Edo. Esta dedicación ha permitido que el pueblo mantenga no solo sus construcciones tradicionales, sino también la armonía con el entorno natural circundante, creando un equilibrio único entre historia y naturaleza.

 

 

Uno de los mayores atractivos de Tsumago-juku son sus monumentos históricos, que cuentan la historia de los viajeros que una vez pasaron por aquí. Entre los más destacados se encuentran:

  • Tsumago-juku Honjin, una antigua posada destinada a los señores feudales en tránsito (se puede visitar por una pequeña tarifa de entrada).
  • Wakihonjin Okuya, otra posada tradicional de gran importancia.
  • El Museo de Historia, donde se pueden conocer más detalles sobre el legado de la ruta.

 

 

 

Sabores de la región: las castañas de Tsumago-juku

 

Además de su riqueza histórica, Tsumago es famoso por un producto muy especial: las castañas. La región es conocida por su producción de este fruto, y según la temporada, es posible probar diferentes dulces elaborados con él. Uno de los más populares es el Kurikinton, una deliciosa pasta de castaña dulce que se puede disfrutar durante todo el año.

 

 

 

¿Excursión de un día o una noche en Tsumago?

 

Como mencioné antes, la caminata entre Magome y Tsumago se puede completar en unas tres horas, lo que la convierte en una excursión ideal de un día. Sin embargo, si quieres vivir la experiencia de forma más pausada, pasar la noche en Tsumago-juku es una excelente opción. Al anochecer o a primera hora de la mañana, cuando los turistas han desaparecido y la calma envuelve el pueblo, la atmósfera se vuelve aún más mágica.

 

 

Si aún tienes energía y quieres seguir explorando, una alternativa es continuar la ruta al día siguiente hasta Narai-juku, otro encantador pueblo postal en la prefectura de Nagano, con una historia y un ambiente similares a los de Tsumago.

Por cierto, en nuestro programa Japón Festivales de Tohoku, además de este trekking por la Ruta Nakasendo, tendrás la oportunidad de experimentar tres de los festivales de verano más espectaculares de Japón, sumergiéndote aún más en la cultura y las tradiciones del país.

 

Soy originario de Japón, pero mi corazón encontró su hogar en España en 1972, cuando llegué por primera vez como mochilero. Dos años después, decidí establecerme y desde entonces mi pasión por los viajes no ha dejado de crecer. En 1990, fundé Frontia S.A. (Agencia de viajes CICMA 492), y en 2004, lancé Destinos Asiáticos, una marca dedicada a viajes especializados en Asia. Mi objetivo siempre ha sido compartir con otros viajeros las maravillas y sorpresas que descubrí en este continente. Me considero un enamorado de Asia. Viví en Japón hasta los 24 años y en Vietnam durante 8 años. Además, he recorrido muchos países de Asia, incluyendo: Corea del Sur, Camboya, Laos, Tailandia, Myanmar, Malasia, Indonesia, Singapur, Hong Kong, Bangladesh, Sri Lanka, India, Nepal y Bután. Si compartes mi pasión por los viajes y la exploración de nuevas culturas, estoy aquí para ayudarte a descubrir los tesoros de Asia, guiándote con mi experiencia y conocimientos adquiridos a lo largo de años de aventuras. ¡Hablemos para hacer realidad tu próximo viaje inolvidable!
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